
A los 41 años, Thiago Silva, capitán del Fluminense y referente del fútbol brasileño, cerró su carrera sin resignar la ambición de alcanzar el máximo logro: levantar la Copa del Mundo con Brasil.
En una entrevista exclusiva a France Football, el defensor repasó su extensa trayectoria, los sacrificios que le permitieron mantenerse en la élite y el deseo que siempre lo empujó a seguir compitiendo.
“¿Te imaginas terminar con un título de campeón del mundo?”, lanzó Silva al inicio de la charla, evidenciando la vigencia de su motivación.
Explicó que su contrato vigente hasta junio de 2026 estaba pensado como una apuesta más: “No me convocan desde el Mundial 2022, pero pensé que no era imposible. Por eso firmé dos años con Fluminense, para apuntar a la Copa del Mundo”. Aunque no dialogó con Carlo Ancelotti sobre un retorno, afirmó: “Sabe que puede contar conmigo. Estoy a su disposición”.
Disciplina, tecnología y legado

La longevidad de Silva no fue casualidad. El propio jugador reconoció que la inspiración surgió en 2009, cuando coincidió con Paolo Maldini en el AC Milan. “Maldini disputaba sus últimos seis meses y Ancelotti me pidió observar su preparación. Comprendí que, para durar, había que sacrificarse y ser un atleta total, no solo un futbolista”, recordó.
Desde entonces, la disciplina y el uso de tecnología fueron claves: “Hace diez o quince años, un cañón hiperbárico costaba USD 25.000. Muchos pensaban que era un gasto inútil. Si no hubiera invertido tanto, ya estaría retirado”.
Silva puntualizó que ese profesionalismo influyó en jóvenes como Marquinhos, Alexsandro y Andrey Santos. “Cuando Andrey vino a mi casa en Londres, se sorprendió de mi rutina, el chef, los aparatos de recuperación y el control del sueño. Me enorgullece haber dejado huella en la nueva generación”, subrayó.
Afrontar las críticas y los desafíos

El defensor también abordó los momentos difíciles de su carrera. “He recibido muchas críticas, algunas merecidas y otras no. En el PSG, cuando nos eliminaban de la Champions, recaía todo sobre mí como capitán. Hoy me afecta menos, pero lo que más duele es cuando los exjugadores critican, especialmente quienes fueron mis ídolos”, confesó.
Recordó con dolor las palabras de Romario, quien lo acusó de falta de personalidad para jugar en la selección: “Crecí admirando a Romario. Cuando tu ídolo te critica, duele. Perdí parte del afecto que le tenía, aunque ahora entiendo y respeto su opinión”.
Silva evocó el episodio de la tuberculosis superada en Rusia y cómo eso reforzó su carácter: “Si fuera débil mentalmente, habría abandonado ahí. Pasé seis meses solo y la médica quería quitarme parte de un pulmón. Me negué”.
PSG: transformación y orgullo

El legado de Thiago Silva en el PSG fue central en la entrevista. “Me enorgullece haber sido parte de ese proyecto. Escribí una página clave en la historia del club. Jamás imaginé convertirme en francés y ganar tantos trofeos”, admitió.
Rememoró las carencias de 2012 y cómo, junto a figuras como Ibra, Maxwell y Thiago Motta, impulsó el crecimiento del club: “Ayudamos a transformar el centro de entrenamiento, el restaurante y la academia. Ver lo que es ahora es digno de admiración”.
Respecto a los entrenadores, destacó: “Con Laurent Blanc ganamos más títulos, pero el juego de Tuchel era más atractivo. La final de la Champions en 2020 fue un hito”. Además, elogió el trabajo actual de Luis Enrique: “El PSG hoy fluye, hay armonía, todo parece natural”.
Perspectiva final y despedida pendiente

Mirando hacia adelante, Silva compartió sus aspiraciones: “Cuando sea entrenador, quiero dirigir todos los equipos donde jugué, en especial el PSG. Quizá nunca ocurra, pero es mi meta”.
También reiteró su intención de despedirse de la afición parisina: “No tuve oportunidad de decir adiós en el Parque de los Príncipes. Ojalá algún día pueda volver y saludar a los hinchas como corresponde”.
La ilusión de Thiago Silva se mantuvo hasta el final: conquistar la Copa del Mundo habría sido la culminación perfecta de una vida dedicada con pasión y disciplina al fútbol.



