La rebelión de los recolectores de residuos y la renuncia de Pablo Moyano, dos de los indicios del declive de Camioneros

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Hugo Moyano y su hijo Pablo, las dos caras de un sindicato poderoso con signos de crisis

Los videos con los gritos de “Pablito traidor” trastornan a los Moyano. Fueron dirigidos a Pablo, pero en cualquier momento pueden llegar a Hugo, ese veterano líder sindical cuyo poder parecía inoxidable, pero que ya está empezando a mostrar evidentes signos de herrumbre que amenazan a todo el Sindicato de Camioneros.

De manera inédita, el imperio sindical de los Moyano se empezó a complicar desde las bases, con cuestionamientos inesperados para quienes durante dos décadas estuvieron asociados con una capacidad de presión que derivaba en muy buenos sueldos y condiciones de trabajo. Pero el origen de esa fortaleza fue la alianza con el gobierno de Néstor Kirchner, que desde 2003 le concedió privilegios que le permitieron a Camioneros crecer no sólo en cantidad de afiliados (muchos de ellos “robados” de otros gremios) sino también en la recaudación de una “caja” sindical que pasó a ser multimillonaria gracias a ese padrinazgo político.

En los últimos días, los símbolos de que la “patria camionera” no es la misma quedaron a la vista. Hugo Moyano fue desafiado como nunca por su hijo Pablo, que renunció a la CGT luego de que fue desautorizado por él al no avalar una nueva protesta contra Javier Milei sin el apoyo orgánico del resto de la central obrera. El líder de Camioneros debió visitar de urgencia al secretario de Trabajo, Julio Cordero, para intentar destrabar una paritaria en la que pide aumentos por encima de la pauta oficial. Y, finalmente, los trabajadores de recolección de residuos se rebelaron el lunes y martes pasados contra sus líderes por un acuerdo con el gobierno porteño que, contrariamente a lo vociferado por Pablo Moyano, no incluyó indemnizaciones como se habían logrado desde 1998 con Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

Pero, más allá de las amenazas verbales de su hijo mayor para presionar al gobierno de Jorge Macri, Hugo Moyano sabe que los gritos de “Pablito traidor” pueden caerle a él en cualquier momento. Después de todo, fue quien terminó firmando a principios de octubre el acuerdo sobre los recolectores de residuos de CABA con la vicejefa de gobierno, Clara Muzzio, en donde, por primera vez en 26 años, cedió en la aplicación de la “Ley Moyano”, como le dicen coloquialmente a esa norma no escrita por la cual Camioneros logró que cada vez una empresa ganaba una concesión de servicios o cambiaba de accionistas, despidiera al personal, lo indemnizara y lo volviera a contratar.

Es raro que los trabajadores se hayan enterado recién el lunes pasado que no iban a recibir ninguna indemnización cuando el acuerdo ya había trascendido (Infobae lo anticipó el 5 de octubre) sin desmentida alguna del sindicato. Por eso algunos dirigentes malpensados sospechan que detrás de las asambleas agitadas y los ataques contra Pablo Moyano está la mano del titular del gremio, que habría alentado esa rebelión para debilitar a su hijo rebelde. Eso sería más raro aún: un dirigente experimentado como Hugo Moyano sabe que, una vez que se desata, la ebullición de las bases puede resultar incontrolable.

Los cuestionamientos aparecieron el lunes pasado en la empresa Cliba, en la Base Operativa Salguero, luego de que un delegado confirmó los términos del acuerdo con el gobierno de Jorge Macri, que contempla beneficios para el personal próximo a jubilarse y con problemas de salud, pero ninguna indemnización como esperaban los trabajadores, confiados en la que, hasta ese momento, era la única voz oficial del sindicato, Pablo Moyano: “En octubre, cuando se termine el contrato de la recolección, las empresas de la ciudad de Buenos Aires van a tener que pagar la indemnización”. Eso fue en junio. Por eso algunos le apuntaban al secretario de la Rama de Recolección del sindicato, José “Teta” Garnica, quien debía haber hecho a tiempo la rectificación ante la gente.

Hugo Moyano, en un acto con Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, poco antes del triunfo de Cambiemos en las elecciones de 2015

La primera reacción de Camioneros fue destacar que el malestar se produjo en una sola empresa y en un único turno de trabajo, pero si hubiera sido así no se entendió por qué se desplegaron tantos esfuerzos para contener reclamos aislados. El número 3 de Camioneros, Marcelo “Feúcho” Aparicio, difundió un video en el que dio explicaciones, admitió que la “Ley Moyano” era un “privilegio” sin basamento legal y descalificó a los críticos (”un grupito”). Y advirtió: “Siempre trabajamos por y para los derechos de los trabajadores”. ¿Hacía falta aclarar algo tan obvio?

Al día siguiente, apareció otro video en las redes sociales de Camioneros, esta vez con una suerte de entrevista arreglada para que se explayaron Garnica y su adjunto, Marcelo Cardozo. El primero advirtió que no podía tolerarse la “falta de respeto” a los dirigentes y señaló que los disconformes fueron sólo “15 sobre 9000 trabajadores” del sector. Inclusive le restó importancia al reclamo cuando aseguró que “tienen que estar contentos porque tienen trabajo hasta 2028″.

Llamó la atención cuando en un momento les hizo un pedido a los rebeldes: “Hay que recapacitar. La clase humana tiene algo desfavorable, que es que movemos la lengua más rápido que la mente. Hay que mover la mente primero antes que la lengua porque después hay consecuencias” (aludió de esa forma a los trabajadores críticos, aunque la frase le cabe perfectamente a Pablo Moyano).

Marcelo Aparicio, el número 3 de Camioneros: “Siempre trabajamos por y para los derechos de los trabajadores”

Cardozo, en tanto, dijo que el problema es que algunos trabajadores “gastaron antes (la indemnización), la gastaron a cuenta” y prometió que ese dinero “va a venir en el momento en el que tenga que venir” ya que “hoy tenemos que respetar todo lo que se ha firmado”.

Signo de los tiempos adversos: así como Macri sentó un precedente complicado con la aceptación de la “Ley Moyano”, el líder de Camioneros ahora debió ceder ante el gobierno porteño y sus dirigentes terminaron aceptando que el reclamo se hizo por fuera de la ley. El mismo sindicato sentó un precedente distinto que se convirtió en un signo de debilidad. Incluso porque le jugará en contra en las difíciles negociaciones salariales de Moyano para el trimestre diciembre, enero y febrero. Está exigiendo un 5% de aumento para cada uno de esos meses, mientras el Gobierno ya le hizo saber que el Ministerio de Economía no acepta que la cifra supere el 3%, a tono con la inflación prevista.

Hay datos recientes que confirman que Camioneros perdió su condición de sindicato líder en las paritarias, algo que lo caracterizaba desde hace dos décadas: entre marzo de 2018 y julio de 2023, por ejemplo, registró una caída salarial del 26%, según un estudio de la consultora Analytica. Fue el que encabezó el ranking de los retrocesos de ingresos reales frente a la inflación. Los salarios del sector no mejoraron desde entonces.

El secretario de Trabajo, Julio Cordero, se reunió con Hugo Moyano para destrabar la paritaria de Camioneros (Foto Nicolás Stulberg)

Hoy, el dilema del jefe de Camioneros es que si no logra un buen acuerdo salarial se le puede complicar su relación con las bases, que ya están en estado efervescente, como lo demostraron las críticas e insultos contra Pablo Moyano y otros dirigentes que estallaron entre los recolectores de residuos. La realidad del transporte automotor de cargas tampoco lo ayuda. La actividad pasa por un momento de contracción y por eso las pymes advirtieron que no pueden pagar el 15% de aumento trimestral, más el bono de $650 mil y el aporte extraordinario para la obra social.

¿Cordero podrá ayudar a Hugo Moyano? Al Gobierno le conviene que siga en la senda de la moderación y alejado de su hijo ultraopositor. El secretario de Trabajo ya tuvo un gesto de buena voluntad en la traumática paritaria de abril pasado cuando aceptó que el jefe de Camioneros reformulara el aumento salarial del 45% en dos tramos para que quede en un 24% bimestral, salteándose la mejora de junio, y así los libertarios homologaran el convenio que estaba trabado.

Pero fue un cambio puramente cosmético: se reacomodaron los porcentajes para exhibir una recomposición más baja (era del 25% para marzo y 20% para abril y luego quedó en 15% y 9%, respectivamente), pero se agregaron dos sumas fijas, del 10% y del 7% sobre los sueldos de marzo, que igual dejaron la mejora total en casi un 45%.

Hugo Moyano, con sus hijos Facundo, Hugo y Jerónimo

Probablemente se repita un esquema similar. Moyano no puede quedar expuesto ante sus trabajadores con un aumento a la baja luego de que ya cedió con el reclamo de indemnizaciones ante la administración de Jorge Macri y sus afiliados respondieron con asambleas y gritos de “Pablito traidor”. Mientras trata de avanzar en puntas de pie en este campo minado, el jefe de Camioneros tiene otro desafío complejo: debe decidir quién reemplazará a su hijo en el triunvirato de la CGT.

Prometió que el candidato iba estar resuelto la semana pasada, pero no fue así. Sigue sonando el nombre de Jorge Taboada, el chubutense que lo secunda en la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros, mientras algunos jefes cegetistas imaginan que el elegido será Jerónimo, el menor del clan Moyano. Es cierto que su papá lo lleva a todas las reuniones públicas y secretas para prepararlo, pero tiene apenas 25 años y escasa experiencia en la gestión. Si no hay algún tapado, hay quienes especulan que el propio Hugo Moyano podría asumir en lugar de Pablo.

El 9 de enero cumplirá 81 años y hay que ver si el secretario general de Camioneros quiere arriesgarse a otro frente de batalla entre tantos que acumula: rebelión en las bases, paritarias trabadas, una actividad en crisis, un hijo que lo desafía y una CGT que debe reinventarse ante Javier Milei.

Para colmo, Pablo Moyano reapareció luego de su renuncia a la CGT y de los ataques de los recolectores de residuos a través de un desafiante video que apareció este sábado en X: “Por más que hoy me haya alejado del cargo de la CGT, nadie me va a sacar de la calle defendiendo a todos los trabajadores de todos los sindicatos del país que la están pasando mal”, dijo, en un mensaje que pudo haber estado dirigido a sus enemigos cegetistas o incluso a su propio padre.

Además, atacó a los dialoguistas Gerardo Martínez (UOCRA) y Andrés Rodríguez (UPCN), que lo habían cuestionado tras su alejamiento de la central obrera. Al primero, le dijo: “Prefiero ser el doble de lo que vos dijiste, pero yo no tengo causas por entregar a los trabajadores en la dictadura”. Y sobre el segundo, afirmó que su gremio “debe tener uno de los salarios más bajos que se cobran”.

“Hace 60 años que están en la CGT y no se dan cuenta de que han cumplido un ciclo, hermano. Retírense y dejen el lugar a los trabajadores y a aquellos dirigentes que venimos peleando desde hace mucho tiempo por una Argentina mejor”, señaló el díscolo dirigente que sigue generando conflictos, ahora por haber amenazado con “seguir en la calle”, que es justamente lo que el líder de Camioneros no quiere, y haberles apuntado a dos dialoguistas de excelente relación con su papá.

Otro dolor de cabeza para Moyano: Jorge Silva, líder del nuevo sindicato de los jerárquicos de la recolección de residuos

El video está editado de una forma en que no aparece ninguna explicación sobre el reclamo de los recolectores de residuos ni una respuesta al calificativo de “traidor”. La filmación comienza cuando dice: “Defender los derechos de los trabajadores y fundamentalmente el pago de la indemnización. No me hago cargo de lo que dicen. Lo importante es esto, ¿no? Por eso he tomado la decisión de retirarme la CGT. Era un lugar donde no me ataba ni un cargo, ni una oficina, ni un sillón”.

No son los únicos problemas para Hugo Moyano: el titular del Sindicato de Camioneros de Santa Fe, Sergio Aladio, acelera el armado de una federación paralela con disidentes de Córdoba, Jujuy, San Luis, Entre Ríos y Tucumán para disputarle el poder en las elecciones gremiales de 2025. Y, además, tras sus primeros comicios de delegados del 19 de octubre pasado, dio otro paso importante para afianzarse la flamante Asociación del Personal Superior Jerárquico y de Control de Empresas de Levantamiento y Recolección de Residuos (APJERR), liderada por Jorge Silva, un dirigente nuevo y de perfil autónomo en una actividad en la que Moyano busca mantener la hegemonía de siempre.

Demasiados indicios de un tiempo de declive para el Sindicato de Camioneros, extrañamente adverso para un dirigente acostumbrado a ser todopoderoso y que hoy es uno más de un gremialismo en crisis.

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