“El próximo Colapinto”. Quién es el piloto argentino que ganó las 24 horas de Le Mans y quiere llegar a Fórmula 1

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“Competir es vida. Todo lo demás es esperar”. Lo dijo Steve McQueen, actor y piloto estadounidense, en su film Le Mans (1971), pero podría haberlo dicho Nicolás Varrone, un argentino oriundo de Ingeniero Maschwitz que, con 24 años, alberga los títulos de campeón del Mundial de Resistencia (WEC, por sus siglas en inglés) en la categoría GTE Am (2023) y de las 24 horas de Le Mans en la categoría LMP2 (2023).

Entre sus victorias e hitos también están las 24 Horas de Daytona, las 1000 Millas de Sebring, las 6 Horas de Portimao y ser parte del equipo de la Fórmula 3 Británica.

En los medios se han referido a él como “el próximo Colapinto”. A él le gusta definirse como una persona muy simple y muy pura, con un sueño muy claro: competir y ganar.

Actualmente se prepara para competir por un nuevo título mundial en el WEC 2025, esta vez en la máxima categoría: hypercar, y de la mano de Porsche. También este año competirá en el campeonato americano de turismo y prototipos (IMSA) en la categoría GTD, y la Asian Le Mans Series en la categoría GT. En simultáneo especula -sin demasiadas certezas, aunque tampoco dudas- con conseguir una butaca en Fórmula 2 en algún momento de la temporada 2025.

Es muy alto, castaño e irradia seguridad sin caer en la soberbia; es hasta familiar. En un diálogo con LA NACION, el joven habló de su incursión en el mundo del automovilismo, de sus sueños y referentes, de sus aprendizajes, frustraciones, proyecciones y expectativas para el nuevo ciclo. “Se viene un año movido”, dijo parar romper el hielo. “Y estoy listo”, agregó en la presentación de la temporada 2025 del Fia World Endurance Championship que se realizó en el Porsche Center Buenos Aires.

Este 2025 competirá en el WEC 2025 en la máxima categoría: hypercar, con Porsche

–¿Cuál fue tu primer contacto con el automovilismo?

–Es difícil definirlo, porque el automovilismo estuvo siempre. Mi papá y mi mamá competían: así se conocieron, a eso de los 25; él en la categoría Sport Prototipo y ella en la Copa de Damas. Eran rivales y se enamoraron. Y a los tres años nací yo. Ella, eventualmente, dejó de correr; él siguió. Yo me crie en el taller, respirando automovilismo. Desde chico interactuaba con mecánicos, iba a ver a papá correr, me sabía los nombres de los pilotos de Fórmula 1, mirábamos carreras en familia. Creo que todo eso desarrolló una pasión prematura, y a los siete me subí por primera vez a un karting. Y nunca me bajé.

También a los siete, empezó a ir todos los sábados a una escuelita y su papá le regaló su primer karting. “Me acuerdo que me retiraron antes del colegio para ir al dentista”, se ríe. “Pero en lugar de al consultorio, llegamos a la entrada del taller…y cuando se abrió la puerta y vi el logo de Sparco, supe que la cosa iba en serio”.

A los 14 años tuvo su primer gran triunfo como campeón regional en la Copa Rotax.

–¿En qué momento te diste cuenta de que querías dedicarte 100% a esto?

–Creo que siempre lo supe. Toda mi vida giró alrededor de los autos. Mis amigos se quejaban de que no tenía otros juegos de play que no sean de carreras. Y cuando empezaron a preguntarme qué quería ser de grande, empecé a decir que piloto. Para mi era obvio.

Estadísticamente hablando, sé que es un sueño difícil, que no es fácil pegarla y que la mayoría se queda en el camino. Y, si bien no me considero una persona súper segura de sí misma -no me preguntes por qué ni cómo- siempre tuve claro que, de alguna u otra manera, lo iba a alcanzar.

–¿Te dedicarías a otra cosa?

–Es una de las preguntas que me dejan en blanco, porque realmente no lo sé. No sé qué soy si no soy piloto. Es lo que más amo en el mundo, lo que me trae más satisfacción y plenitud. Nunca me siento tan completo como cuando estoy arriba del auto.

–¿Qué es lo que más te gusta estar arriba del auto?

–Tantas cosas. Manejar, el grip, llevar el auto al límite, jugar con los tiempos, sacar la vuelta más rápida, usar el camino a mi favor, aniquilar al rival, ser el más rápido, ser el mejor.

No es todo color de rosas. Hay carreras, y circuitos, complejos. Hablando de las 24 de Le Mans, Varrone admite que hubo momentos en los que, de noche, transpirado, congelado y con no más de 20 minutos de sueño encima, cuando le tocaba volver al box llegó a preguntarse qué hacía ahí en lugar de estar durmiendo como una persona normal. “El desgaste es real, físico y mental. Pero cuando te subís al auto te olvidás”.

–¿Qué te pasa, emocionalmente, cuando no ganás?

–No soy un gran perdedor, pero las derrotas son parte del deporte y, en el automovilismo, la posibilidad de ganar es mucho más reducida porque no jugás contra un equipo o una persona, podés tener hasta 40 rivales. En general, trato de superarlo rápido, pero soy muy autocrítico y, cuando siento que podría haber estado mejor, o que un error mío podría haber alterado el resultado, me enojo y castigo mucho. De todas formas, la bronca me dura hasta tres días; más no son productivos. Además, resetear es crucial para encarar la próxima carrera.

El joven reconoce que perder es parte del deporte y que cada vez aprende a lidiar mejor con las derrotas

–¿Qué fue lo más difícil que tuviste que superar a lo largo de tu carrera como piloto?

–Estar despreparado en situaciones importantes. La presión de, teniendo poca práctica encima -por cuestiones económicas, no podía entrenar lo suficiente- tener que lucirme igual. Fue un lugar común a lo largo de mi historia: competir contra conductores que me llevaban ventaja, subirme al auto sin estar listo, muchas veces sin haberlo probado antes. Todo sabiendo que no había segundas oportunidades, que tenía que ser el mejor en el primer intento.

De chico mi mayor problema era que iba muy rápido y siempre me chocaba y terminaba fuera de carrera. No sabía leerla, no sabía esperar. Y sabía que la revancha no era a la semana, era en tres meses. En tres meses me iba a volver a subir al auto, sin haber practicado en el medio, iba a competir contra chicos que corrían todos los fines de semana y, probablemente, me iba a volver a chocar.

–¿Sentís que eso es también tu punto fuerte, que te distingue de otros pilotos?

–Definitivamente. Esa es la contracara: la facilidad y rapidez para adaptarme, a nuevos autos y circuitos. Quizás otros pilotos necesitan más tiempo para familiarizarse y yo en cinco vueltas ya manejo los tiempos sin problemas.

Mi papá, y mentor a lo largo de toda mi carrera, me decía: “No vas a probar, vas a ganar. Es un deporte caro como para hacerlo sin ese objetivo”. No era blando ni compasivo conmigo. Y aunque fue difícil crecer bajo esa filosofía, es justamente eso lo que me hace ser el piloto que soy hoy. Es mi fortaleza.

Para Varrone, la presión constante durante toda su carrera fue también lo que lo convirtió en un gran piloto

–¿Extrañás tener una vida “más normal”?

–Sí. Soy una persona muy simple. Disfruto mucho de estar con mis amigos y familia, con mi gente de toda la vida. Me encanta estar tranquilo, comer un asado, jugar un partido de fútbol o pádel o mirar una carrera de karting sin pretensiones. Y con el ritmo de vida que llevo es difícil conectar con esas cosas. Por eso siempre vuelvo a Argentina: porque acá tengo todo eso, aunque sea por un rato.

Mientras dice esto, Varrone sabe que en algunas horas tiene un vuelo programado a Medio Oriente, en donde va a competir en cuatro carreras, seguido por una visita de algunos días a Estados Unidos, luego una vuelta a Buenos Aires de dos semanas, y después Barcelona por un mes. “Hace ya varios años que la cosa funciona así. No tengo residencia fija”, cuenta con humor, aunque se nota que es un tema que le pesa. Su mamá, su papá y su hermana le hacen el aguante en todas las carreras, pero tienen sede fija en Argentina.

–¿Tenés ídolos?

Ayrton Senna, como piloto, definitivamente, pero también como persona. Escucharlo hablar sobre carreras, y sobre la vida, es admirable. Su forma de ver las cosas me inspira.

–¿Cuál fue el momento más lindo de tu carrera?

–Me acuerdo, en 2018, estar en Le Mans con mi manager, charlando con vista al predio. En ese entonces tenía 16 y me tocaba correr una carrera muy tranquila, de cuatro horas, en un circuito chico. No había nadie. Apoyados contra la reja, él mira el podio y me dice: “Un día vas a estar ahí arriba y todo va a estar lleno de gente”. Yo me reí. “¿Vos decís?“, le contesté. En 2023, cuando gané las 24 horas de Le Mans y me acordé de eso, ese fue el momento más lindo.

Para él, lo más lindo del deporte es tratar de ser el mejor y superarse constantemente

–¿Cuál es tu sueño?

–Obviamente, el principal sueño es llegar a Fórmula 1. Pero tengo muchos y puedo decir que cumplí varios. El más próximo es ganar el WEC en la categoría hypercar, que es la que me falta. Hablamos de un auto que pesa 1000 kg, tiene un motor híbrido de 800 CV y muchísima tecnología. Si sabés bien qué tocar en cada momento, podés ganar muchísimo tiempo y alcanzar otro nivel en el juego de la carrera.

–Si pudieses decirle algo a tu yo de siete años que recién empezaba, ¿qué le dirías?

–Muchas cosas; pero principalmente, que no está equivocado. Que está tomando el camino indicado. Que no se sienta mal por todas las cosas que está sacrificando porque todo va a tener su recompensa y los malos momentos son parte del proceso. Que está haciendo todo bien.

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