Cómo limpiar el cristal del horno por dentro: dos métodos para dejarlo brillante

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Una persona limpiando la puerta del horno. (Adobe Stock)

Aunque sepamos que la limpieza del hogar es algo esencial, es cierto que hay ciertas tareas a las que no les prestamos atención y que son importantes para nuestra salud. Una de ellas es limpiar el horno. Con el tiempo y el uso, es normal que la puerta de este electrodoméstico vaya adquiriendo un color amarillento y una textura grasosa. Poco a poco vamos procrastinando esta labor sin saber que está empeorando la calidad de nuestra comida.

Las posibilidades de cocina que ofrece este instrumento son infinitas, sin embargo, para que el sabor de los alimentos no se vea alterado y para alargar su vida útil, no nos debemos de olvidar de limpiarlo por dentro. Es normal que la puerta del horno haya acabado en algún momento salpicada de alguna salsa, pero no debemos dejar que esas manchas se queden incrustadas durante mucho tiempo.

Por qué es importante limpiar el cristal del horno por dentro

Es necesario tomarse esta tarea en serio, puesto que una mala higienización puede provocar la proliferación de gérmenes y bacterias, así como la aparición de malos olores. Los expertos recomiendan limpiar el horno después de cada uso, dejando que se enfríe y pasando un paño húmedo por el cristal para reblandecer la grasa y retirar el exceso con una pequeña pala, tal y como apuntan desde el portal web Candy. Sin embargo, rara vez lo haremos a diario, por ello es necesario ponerse un recordatorio para hacerlo cuando nos dispongamos a hacer un repaso general del hogar.

Cómo desencajar la puerta del horno

La mejor manera de que el vidrio quede reluciente es quitando la puerta, según aseguran desde Hogarmania. Para esto, se debe abrir el electrodoméstico totalmente. Después, hay que localizar las bisagras que suelen estar situadas en la parte baja. Una vez ubicadas, hay que bloquearlas (el paso más complicado), algunos hornos cuentan con una palanca que, al abrir la puerta, evita que esta se cierre por completo. En otros modelos, en lugar de una bisagra, puede haber un pequeño orificio diseñado para insertar un clavo o tornillo (es recomendable revisar el manual para asegurarse). Cuando estén desbloqueadas, se debe cerrar la puerta lentamente hasta que alcance el tope. Por último, hay que agarrar la puerta con firmeza y elévala suavemente para separarla del horno.

Cómo limpiar el cristal del horno

Horno sucio. (Adobe Stock)

Hay varios productos comerciales que son útiles para esta tarea, aunque también existen fórmulas caseras:

Con vinagre blanco

Llena un pulverizador con 1/3 de vinagre blanco, 2/3 de agua tibia o caliente y un chorrito de jabón para platos. Rocía esta mezcla sobre toda la superficie del cristal. Si la puerta está muy sucia, deja que la solución actúe entre 15 y 30 minutos. No te preocupes por el tiempo, ya que el vinagre blanco (de limpieza o de manzana), al ser un producto natural, no dañará las superficies de la puerta del horno.

Después, utiliza una esponja o un trapo para eliminar la suciedad y la grasa del cristal y del resto de la puerta. Repite el procedimiento tanto en el exterior como en el interior, y recuerda limpiar también los laterales de la puerta del horno.

Con bicarbonato de sodio

Si la grasa está muy incrustada o quedan restos de suciedad, el bicarbonato de sodio es una excelente opción. Para usarlo sólo debes mezclar en un bol el producto con agua hasta formar una pasta. Luego, aplícala por toda la puerta, incluido el cristal, y déjala actuar durante unos 15 minutos. Por último, enjuaga bien la puerta y los cristales, asegurándote de utilizar un paño húmedo que no suelte pelusa.

No te olvides de las gomas del horno

La mayoría de los hornos, cuentan con unas gomas delgadas alrededor de la entrada que rodean toda la superficie cuadrada. Si tu horno tiene estas juntas, te recomendamos limpiarlas con la misma solución utilizada para el cristal y luego secarlas con papel de cocina.

Estas gomas, con el uso constante, acumulan tanta grasa como el interior del horno o incluso más. Asimismo, si no se higienizan pueden generar malos olores. Hay que tener precaución para no despegarlas, romperlas o estirarlas. Si se nota que están demasiado sucias y que no merece la pena limpiarlas, lo mejor es sustituirlas.

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