“Por sobre todo, el proyecto busca fusionarse con el entorno natural, vivir en él y perdurar en el tiempo. El espacio se amalgama con la naturaleza y deja que ella sea la verdadera paisajista“. Quien afirma esto es Carolina Pell, paisajista de Shire, un emprendimiento ubicado en Capilla del Señor que deslumbra por su arquitectura y paisajismo en profunda conexión con la naturaleza.
Según Pell, la libertad que le dieron los dueños de casa para trabajar fue un lujo, y esta quizá sea la clave para lograr integrar la ecología con el diseño de comunidades vegetales “artificiales”, estéticas pero de bajo mantenimiento. El punto de partida fue la arquitectura, a cargo de Matías Mosquera, de Atelier M. Culminado en 2023, el proyecto recibe el nombre de Shire y cada rincón del paisajismo expresa un compromiso con la sostenibilidad y con la armonía con la naturaleza.
10 techos verdes y jardines verticales para inspirarse
“Las especies elegidas cumplen funciones ecológicas y requieren poca agua y mantenimiento, son ideales para un entorno que busca minimizar su impacto ambiental”, explica la paisajista. En este sentido, la reutilización de recursos, como el agua de lluvia, y la integración de espacios para producción de alimentos con huerta y frutales refuerzan la idea de autosuficiencia.
En el diseño se luce un núcleo central, que genera una sensación de continuidad y equilibro que se expande, y a su vez multiplica las vistas del paisaje. En el medio del paisajismo, generosas plantaciones se lucen durante todos los momentos de año, manteniendo el suelo con su microbiología activa.
La geometría que guía el vínculo entre los espacios y el diseño del paisaje es profundamente simbólico.
El valor simbólico
El punto de partida de Shire fue la forma de un mandala: un círculo central como punto de partida desde donde se irradian ejes hacia todo el lote, y van intercalando su uso. Así, la geometría se aplica al diseño del paisaje y resulta sumamente evocador. En medio del pastizal pampeano, en un barrio de chacras que alguna vez fue una estancia, esta casa redefine el concepto de sustentabilidad.
Lo más difícil fue integrar conceptos de ecología con el diseño de comunidades vegetales “artificiales”, estéticas pero de bajo mantenimiento.
Filosofía aplicada
La arquitectura, moderna y circular, invita a reflexionar sobre la armonía con el entorno y actúa como eje de un diseño paisajístico que celebra la biodiversidad y la funcionalidad. La casa es totalmente autosustentable: genera su propia electricidad, su calefacción y reutiliza agua de lluvia para el riego de la huerta y el jardín.
En lo alto, el verde
Con patrones geométricos presentes en la naturaleza (como la proporción áurea), los techos verdes reducen la carga térmica y ralentizan la infiltración de las lluvias. Desde el centro nacen ejes que estructuran el diseño del lote. Estos trazos, que irradian desde el hogar, organizan espacios dedicados a pastizales nativos, huertas, frutales, lugares para estar yuna biopiscina. Los pastizales, semilleros de la flora autóctona, se transforman en corredores biológicos que promueven la biodiversidad, ofreciendo refugio para la fauna local.
El gesto naturalista
Un patio interno –custodiado por árboles, gramíneas y plantas nativas en tonos de amarillo y violeta– se convierte en un refugio para aves e insectos. El diseño paisajístico incluye plantaciones naturalistas, dominadas por especies nativas, no solo aportan color y textura al paisaje, sino que además atraen polinizadores específicos, mariposas e insectos benéficos, primando así el concepto de ecosistema por sobre todo. El acceso a la casa es una experiencia en sí misma, así como todo el proyecto.