Como Vito Corleone, Francis Ford Coppola pasó casi toda su vida con una sola mujer. Eleanor Coppola fue, como Carmella Corleone, la esposa perfecta: luego de casarse y dejar de lado sus aspiraciones personales, le dio una familia y se dedicó -durante gran parte de su vida- a sostener el andamiaje necesario para que él logre un lugar privilegiado entre los cineastas más célebres de la historia. Incluso se convirtió en la documentalista estrella de su propia familia. El amor duró 61 años y terminó en 2024, cuando ella murió. Un casamiento en Las Vegas, un apoyo incondicional y una tragedia que los cambió para siempre, los hitos del camino del amor de Francis Ford.
Un matrimonio de apuros
Francis Ford Coppola y Eleanor Jessie Neil se conocieron en 1962 en un set de filmación: ella trabajaba como asistente de dirección artística en la película de terror Dementia 13, el debut como director de él. Neil tenía 25 -casi tres años más que Francis-, un título en Artes en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y un novio que también era parte del staff.
Lo que sucedió después tuvo un ritmo vertiginoso: comenzaron un romance, ella quedó embarazada, él se entusiasmó y terminaron en Las Vegas el 2 de febrero de 1963, con una boda exprés y un hijo en camino. Gian-Carlo Coppola llegó al mundo en Los Ángeles el 17 de septiembre de 1963. Dos años después la pareja le dio la bienvenida a Roman y en 1971, llegó la menor de la familia, Sofia.
La tradición de Coppola marcó el destino de la pareja: según los hombres de la familia, la tarea de la mujer era no solo cuidar de la casa y de los niños sino también atender a su marido y apoyarlo en su carrera. “Francis sabía que yo tenía aspiraciones artísticas, pero esperaba que las desarrollara en casa, en mis ratos libres”, reveló en Notas sobre una vida, la biografía que publicó en 2008 y en donde contó en profundidad su vida personal como su trayectoria profesional hasta ese momento.
Ese mismo año, Neil explicó que nunca creyó que su marido se iba a convertir en un afamado director. “Nunca esperé que Francis fuera una celebridad cuando nos casamos. Estaba haciendo una película en blanco y negro, de muy bajo presupuesto”, confesó en una nota que le brindó a Los Angeles Times. “Estaba sorprendida y muy poco preparada para la evolución que tuvieron nuestras vidas”, agregó. Desde ese momento hasta el día de su muerte, Neil evitó la vida fastuosa y la ostentación a pesar de los ingresos de su marido en sus mejores años como cineasta y, más tarde, como empresario y productor de vinos de alta gama.
Una ama de casa dedicada con ambiciones imposibles de acallar
Durante los primeros años de matrimonio, ella intentó mantener su relación con el arte: comenzó a pintar murales en hoteles y restaurantes. Sin embargo, los pedidos comenzaron a mermar y los constantes movimientos familiares por la carrera de Francis hicieron el resto. “Crecí en los años 40 y 50, y el papel de una mujer era apoyar a su marido y crear un hogar agradable para él”, le explicó a The Hollywood Reporter.
“Me frustraba no tener mucho tiempo para perseguir mis intereses. Las mujeres jóvenes de hoy no tienen idea de eso. Mi hija y su generación, y las generaciones posteriores, dan por sentado que van a hacer lo que sea que les llame la atención. No habrá dudas sobre su papel o si tienen que renunciar a él porque son esposas y madres”, lamentó años después. De esa frustración también habló en sus memorias, al recordar una nota escrita en 1992: “Tengo una guerra interna constante, un conflicto entre querer ser una buena esposa y madre y también dibujar, pintar, diseñar, escribir y grabar videos. Me concentro en la familia e imagino que habrá tiempo para mis intereses, pero rara vez lo hay”, escribió.
Para ese entonces ya se había convertido en la documentalista oficial del clan: primero con Notas sobre la filmación de Apocalipsis Now, un reporte del detrás de escena de uno de los grandes hitos de Coppola, y luego con el documental Hearts of Darkness, una mirada muy poco edulcorada de la locura que vivió en el set del drama bélico. En el libro, además de revelar los pormenores de la producción, dejó al descubierto lo miserable que se sintió como mujer: “Me ha tomado hasta ahora aceptar que el hombre que amo, mi esposo, el padre de mis hijos, el artista visionario, el afectuoso hombre de familia, el amante apasionado y tierno, también puede mentir, traicionar y ser cruel con las personas que ama”, reseñó en un párrafo correspondiente al 10 de julio de 1978 en relación a una infidelidad de su esposo.
También trascendió que Coppola tuvo una relación extramatrimonial con la guionista Melissa Mathison que duró desde el rodaje de El Padrino II hasta el de Apocalipsis Now y que casi termina con su matrimonio, pero Neil no habló de ese affaire en sus memorias. Mathison luego alcanzó la fama por el guion de E.T. (1982) y por su matrimonio con Harrison Ford. “Hay una parte de mí que ha estado esperando que Francis me deje o muera para poder tener mi vida como quiero”, escribió en su libro. “Me pregunto si tendré las agallas para tenerla como quiero con él en ella”. Francis siempre estuvo allí.
Una tragedia inesperada
El 26 de mayo de 1986 la vida de la familia Coppola cambió para siempre: Gian-Carlo, el primogénito de la familia, murió a los 22 años como consecuencia de un accidente de lancha. En ese momento, el joven trabajaba en el equipo de producción de Gardens of Stone y decidió ir a dar un paseo junto a Griffin O’Neal, hijo del actor Ryan O’Neal, quien tenía un pequeño papel en el film. En un momento, el bote pasó entre dos lanchas a motor y golpeó una línea de remolque de nylon, lo que provocó que Gian-Carlo cayera con fuerza al piso y sufriera heridas de gravedad en la cabeza.
En 2020, en retrospectiva de su carrera que hizo en la revista Vulture, Coppola habló de aquel duro golpe en su vida. “Hay una película que no hubiera hecho porque me costó todo, y esa fue una de las películas que hice en un momento en que tenía que hacer una película cada año para mantener mi casa y mi hogar juntos. Fantaseo con no haber hecho Gardens of Stone. No habría perdido a mi hijo”, confesó.
“Fue la experiencia más profunda que he tenido”, le dijo Neil a The Hollywood Reporter en 2016. “Te detiene en seco. ¿Qué más podés hacer? Tenés que pasar por ese proceso de profundo dolor y dejar que se hunda hasta el fondo. Para Francis, creo que le hizo querer trabajar más duro, como si pudiera camuflar su dolor”, agregó.
Bien de familia
Así como Gian-Carlo se convirtió en un ayudante habitual de su padre en el set, Roman y Sofia -quienes se criaron entre cámaras y escenas y actuaron en algunos de los films del célebre director- también le dedicaron su vida al cine. “No sé qué ha aportado la familia, excepto que espero que hayan dado el ejemplo de una familia que se anima mutuamente en su proceso creativo, sea cual sea”, le dijo la matriarca del clan a The Associated Press en 2017. “En nuestra familia, todos eligieron seguir el negocio familiar. No les pedimos que lo hicieran ni esperábamos que lo hicieran, pero lo hicieron”, agregó.
Mientras Roman dirigió varias películas propias, es un habitual colaborador de Wes Anderson y cumple el rol de presidente en la compañía cinematográfica de su padre; Sofia se abrió paso en Hollywood y se convirtió en una de las cineastas más aclamadas de su generación gracias a películas como Perdidos en Tokio, Las vírgenes suicidas y Priscilla, film que se estrenó en 2023 y que le dedicó a su mamá.
Matrimonio de colegas
En 2009, gracias a un resfrío y sin mucha planificación, Eleanor comenzó a escribir su propia historia como directora. Estaba en el Festival de Cannes con Francis Ford, pero decidió quedarse en Francia y no viajar a Budapest con su marido para cuidar su salud. El viaje al aeropuerto de París se convirtió en una aventura inolvidable donde disfrutó del buen vino, de los paisajes y del chocolate. “Fue una de esas experiencias que solo se pueden tener en Francia, y me causó una gran impresión”, contó. “Cuando volví se lo conté a una amiga y me dijo: ‘Es una película que quiero ver’”.
Esas palabras fueron determinantes: le dieron la seguridad suficiente para dirigir París puede esperar, una comedia romántica protagonizada por Diane Lane y Alec Baldwin que cuenta la historia de la esposa de un millonario productor de cine y un francés encantador que la lleva de Cannes a París en un viaje que se demora tres días. También la convirtió en una de las artistas que llegó a la edad más longeva como directora debutante: tenía 80 años. “Soy una ama de casa que de repente decidió que iba a escribir una película y dirigirla”, dijo por aquel entonces. “Fue aterrador, pero parte del desafío fue dejar atrás los miedos y lanzarme a por ello”.
El consejo de Coppola que Eleanor no siguió
En septiembre de 2011, Coppola fue una de las grandes figuras invitadas al Festival Internacional de Cine de Toronto. En una de las actividades pautadas, el cineasta se sometió a una entrevista con el director del evento, Cameron Bailey, y a las preguntas del público. Fue la consulta de una joven aspirante a directora lo que llevó a Coppola a realizar una confesión: la chica le preguntó qué consejo tenía para ofrecer a los jóvenes cineastas.
“Bueno, si es un hombre, yo digo que se casen… Me casé a los 22 años y estaba desesperado por tener hijos. Me divertí mucho con mis hijos. El hecho de que estuviera casado y tuviera esta familia de niños pequeños, me hizo muy responsable, quería tener una casa en la que pudieran vivir, así que trabajé muy duro. No salí a perder el tiempo como se sabe que hacen los hombres jóvenes, fui diligente escribiendo mi guion y todo eso”, reveló. “El matrimonio tuvo un efecto muy positivo en mí. Cuando me casé, estaba en la ruina. Ocho semanas después, tenía un trabajo como guionista. Atribuyo mucho de ello a la sensación de unión, a un pequeño equipo al que quería dar sustento”, sumó.
En ese momento, Coppola decidió cambiar el foco de la respuesta y hablarle a la parte de la platea femenina. Sus palabras causaron una gran impresión: parecía estar hablando de su propia vida. “Si eres una mujer joven, te diría que no te cases, porque entonces tendrás a un tipo que intenta que hagas todo por su carrera. Y no vas a tener tiempo para la tuya”.
El adiós final
Ni Francis murió para que Eleanor pudiera tener la vida que quería, ni la dejó en el camino: el cineasta y su incondicional mujer se dijeron adiós el 12 de abril de 2024. Ese día, en su casa de Rutherford y rodeada de sus seres queridos, la matriarca del clan Coppola falleció. Poco menos de un mes después el cineasta le dedicó, en un posteo de Instagram, su último film. “Megalopolis siempre ha sido una película dedicada a mi querida esposa Eleanor. Realmente esperaba celebrar su cumpleaños juntos este 4 de mayo. Pero lamentablemente no pudo ser, así que permítanme compartir con todos un regalo en su nombre”.