Septiembre 5: el día en que se transmitió por primera vez en directo un atentado terrorista

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La nueva película Septiembre 5 (September 5; se estrena el 27 de febrero en Argentina) transcurre durante los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, cuando terroristas palestinos tomaron de rehenes y luego mataron a 11 miembros de la delegación olímpica israelí. Muchos de quienes siguieron esos sucesos por televisión guardan un recuerdo indeleble de aquel día, incluida una borrosa imagen en vivo de un terrorista enmascarado parado en un balcón de la Villa Olímpica.

Ese tipo de hechos sin precedentes son siempre una invitación a analizar a fondo lo que ocurrió, y la masacre de Múnich ha sido llevada al cine más de una vez, sobre todo en la famosa película de Steven Spielberg (Múnich) Pero la nueva September 5 se diferencia de las otras versiones por su inusual punto de vista: transcurre casi exclusivamente en un estudio de ABC Sports y sigue las peripecias del equipo de periodistas deportivos norteamericanos a cargo de la cobertura de la crisis internacional que acababa de desatarse.

Si bien roza la política –sobre todo la forma en que Alemania buscó organizar los Juegos para mejorar su reputación internacional– la película se centra estrictamente en los desafíos prácticos y éticos que enfrentaban en ese momento los periodistas de la cadena ABC, un enfoque que era una prioridad para el director suizo Tim Fehlbaum, responsable del guion junto a Moritz Binder, oriundo de Múnich. Ese enfoque fue el que también sedujo para participar a grandes actores como Peter Sarsgaard, quien aceptó el papel del pionero ejecutivo televisivo Roone Arledge. “Siempre me interesó el periodismo, pienso que es tema muy importante sobre el que reflexionar y debatir en la actualidad”, según sus propias palabras.

“¿Quién va a contar la historia y desde qué punto de vista?”, dice Sarsgaard. “La cobertura de un hecho durante las 24 horas, ¿es algo valioso en sí mismo o solamente sirve para alimentar nuestro morbo? Más que interpretar a Roone, un titán de los medios por quien guardo gran respeto, lo que más me atrajo fueron esas preguntas que plantea esta historia”.

Septiembre 5

Fehlbaum estudió dirección en Múnich y dice que su interés por la crisis de los rehenes se remonta a mucho tiempo atrás. Durante la crisis también murieron un policía alemán y cinco miembros de Septiembre Negro, la organización palestina que exigía la libertad de los presos políticos detenidos en cárceles israelíes. Septiembre 5 ha suscitado muchas comparaciones con Múnich, el thriller de Spielberg de 2005 que presenta una versión ficcionada de las acciones del gobierno israelí tras la masacre, pero Fehlbaum recalca que su mayor influencia en esta película fue One Day in September, ganadora del Oscar 1999 al mejor documental.

Las tres películas abordan cuestiones éticas y morales, pero al hacerlo a través de la lente del periodismo al estilo de En primera plana (2015), el enfoque de Fehlbaum pone de manifiesto hasta qué punto el atentado de Múnich, considerado la primera transmisión en vivo de un acto terrorista, sentó el precedente de cómo sería la cobertura periodística de las tragedias en los años venideros. El cineasta decidió no hacer demasiado hincapié en la vida personal de las personas reales e imaginarias retratadas en la pantalla. “Me pareció caso inapropiado” incorporar la historia detrás de cada personaje”, dice el director. “La película se ocupa mayormente de los desafíos que enfrentaron en ese momento”.

El director aplicó una lógica similar para evitar cualquier discusión de fondo sobre las relaciones entre israelíes y palestinos, una omisión notable si pensamos que el estreno de la película llega mientras las fuerzas israelíes siguen bombardeando la Franja de Gaza y con casi 2 millones de gazatíes desplazados tras más de un año de una guerra brutal [el acuerdo entre Israel y Hamas no se había producido al momento de la primera publicación de esta nota, en The Washington Post]. Fehlbaum sostiene que la película no trata de eso y que ya estaba en etapa de posproducción cuando se produjo el ataque de Hamas, el 7 de octubre de 2023. “Desde un principio habíamos decidido contar la historia claramente desde la perspectiva de los periodistas”, dice el cineasta. “Era un grupo de locutores deportivos, así que también contamos la historia desde el punto de vista de su saber y sus conocimientos. Eso fue esencial para mantenernos en esa perspectiva”.

Septiembre 5

Los personajes principales de Septiembre 5 incluyen al joven y ambicioso productor Geoffrey Mason (interpretado por John Magaro), al vicepresidente de operaciones olímpicas de ABC, Marvin Bader (Ben Chaplin) y a la conciencia moral del equipo, Roone Arledge, el astuto presidente de ABC Sports, que lucha por mantener el control del relato de los hechos. También está la incorporación de un personaje ficticio, el de la intérprete alemana Marianne Gebhardt (Leonie Benesch). Como un personaje secundario aparece Peter Jennings (Benjamin Walker), quien ya había abierto la corresponsalía de la cadena ABC en Medio Oriente y en 1972 informaba sobre el conflicto árabe-israelí. A lo largo de la película también aparecen imágenes de archivo del conductor Jim McKay.

Magaro dice que lo atrajo el enfoque de Fehlbaum porque no obligaba a tomar partido por ningún bando. “El tema no era quién tiene razón en este conflicto milenario”, dice Magaro. “Se trataba de la forma en que los medios nos comunican ese tipo de hechos. Es un estudio sobre el periodismo, un estudio sobre la ética periodística, un estudio de cómo reaccionamos frente a una situación de crisis, y esas son las preguntas que el público debería llevarse a su casa al salir del cine”.

Fehlbaum recreó el estudio de ABC Sports en Múnich con absoluta fidelidad al original, y junto con el diseñador de producción Julian R. Wagner decidieron no utilizar un set con paredes móviles –que suelen usarse para facilitar el movimiento de la cámara–, para que los actores pudieran experimentar en carne propia la claustrofobia del estudio real de 1972. Trabajaron con la escenógrafa Melanie Raab y el productor Johannes Pfaller para que el set tuviera equipamiento fidedigno de la década de 1970, con objetos y máquinas procedentes de colecciones privadas, de los sótanos de estudios de televisión reales y hasta de algunos museos. Fehlbaum señala que tanto él como el director de fotografía, Markus Förderer, querían poder filmar como si fuesen “un equipo de documentalistas que observa a estas personas que a su vez estaban observando los monitores”.

Septiembre 5

En este entorno retro, los personajes reflexionan sobre cuestiones que en retrospectiva hasta causan gracia: a medida que la crisis se agrava, por ejemplo, Mason les pregunta a sus colegas: “¿Podemos mostrar un acto de violencia en televisión?”. “En 1972, los periodistas deportivos no estaban acostumbrados a ese tipo de riesgos y eran nuevos en la cultura del ‘info-entretenimiento’ que luego coparía los medios de comunicación en Estados Unidos. En otra escena, Mason se da cuenta de que la cobertura en vivo que estaban haciendo podía ayudar accidentalmente a los terroristas a seguir los movimientos de la policía en el exterior del lugar.

El guion de Binder y Fehlbaum –Alex David también aparece en los créditos como escritor– se basa en gran medida en relatos de primera mano de Mason, quien luego tuvo una impresionante carrera profesional en las transmisiones deportivas, incluidos más de 30 años en ESPN (Arledge murió en 2002 y Bader en 2012). Mason le contó a Magaro cómo se preparó durante meses para la cobertura de los Juegos de 1972, cómo fueron los días previos a la masacre y, por supuesto, cómo fue el desenlace.

“Lo que me dejó en claro sobre ese día es que no hubo tiempo para pensar”, cuenta Magaro. “Simplemente se disparó al máximo su instinto periodístico y había que contar la historia, seguir al aire, sin tiempo para pensar ni para emocionarse, sin tiempo para analizar demasiado nada. Cuando todo termina, entonces podés respirar”.

La histórica Todos los hombres del presidente (1976), de Alan Pakula, sobre el caso Watergate

Mason le dijo a Magaro que recién después de las 22 horas de cobertura en vivo, él y Bader regresaron a sus habitaciones de hotel y lloraron. Chaplin señala que el guión deja en claro que el trabajo de Bader es “predecir y solucionar problemas, cuidarlos a todos”. Y en el contexto de las noticias, eso a veces implica pisar el freno para asegurarse de no estar descarrilando.

“Barder es el que se pregunta: ‘¿Está bien que hagamos esto?’. Lo está cuestionando. Pero los demás no tienen tiempo”, apunta Chaplin

La perspectiva femenina la aporta el personaje ficticio de Marianne Gebhardt, basada vagamente en personas que, según Mason, fueron contratadas para ayudar con la traducción al alemán. Hay momentos en los que las expresiones faciales de Benesch –memorables en sus películas anteriores, como Sala de profesores– delatan su exasperación por trabajar en un club de muchachos y su incomodidad por ser una de las únicas alemanas en la sala. Ya al principio de la película, Bader, que es judío, se burla de un funcionario del gobierno alemán que aparece por televisión diciendo que quiere “darle al mundo la bienvenida a esta nueva Alemania”. Gebhardt se enfurece ante la reacción de Bader y le dice: “Al fin y al cabo es la esperanza de todos, ¿o no? ¿Qué otra cosa podríamos hacer”.

“El personaje de Marianne fue escrito para representar a ese lado de Alemania que no quería restarle importancia a lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial, pero sí avanzar y demostrar que ya no eran eso”, apunta Benesch. “Básicamente, ella representa lo que en ese momento se suponía que significaban para Alemania los Juegos Olímpicos”.

Hasta ahí llega lo único abiertamente político que puede encontrarse en la película, y culmina con una escena en la que un funcionario alemán sale al aire con McKay e intenta encubrir las muertes de los atletas israelíes. Incluso en ese momento, Fehlbaum apunta su cámara hacia los productores que observan desde la sala de control y tratar de guiar al presentador hacia la verdad.

“Soy un gran admirador de las películas sobre el periodismo”, dice Fehlbaum. “Me encanta En primera plana, me encanta Todos los hombres del presidente. También me encanta Poder que mata. Hay pocas cosas más importantes que el periodismo”.

(Traducción de Jaime Arrambide)

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